¿Cómo se construye una historia?

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Un ejercicio simple para construir historias

Si sos de los que tienen muchas ideas pero no logran bajar ninguna al papel para contar una historia, tenés que ejercitar tu músculo creativo porque estás confiando en tu capacidad para inventar pero, lamento decirte, que eso no es suficiente.

Cuando era chica me destacaba entre mis amigas por la facilidad con la que podía contar historias tan fantasiosas como poco creíbles. Ellas sabían todo el tiempo que estaban envueltas en una mente capaz de improvisar relatos, y se entregaban a la ficción sin pedir nada a cambio, como personajes reales o detalles que les haga creer en lo que estaba contando.

Era simple para mí, solo hacía referencia a algo que pasaba en la clase: los dibujos de plástica, un mapa de geografía, un juego del recreo o el peinado de la Seño Marta. Todo era un buen disparador de ideas para que salga un cuento de una casa dibujada con lápiz en el pupitre, como para contar en el colectivo de vuelta a casa cómo hizo un mago para crear una ciudad que no está en el mapa o la verdad detrás de las canas de doña Marta. 

Así como contaba la historia, la magia se diluía en el espacio y las ideas que parecían geniales -al menos eso veía en las expresiones de mis compañeras- esas ideas terminaban secas y apagadas, como el carbón después de la fogata.

Un día, también cuando era chica, pero esta vez de la mano de Ana la seño que me impulsó a escribir, empecé a pensar historias hiladas. Ana me dijo que cuando leía lo que escribía en aquel momento, algo conectaba una historia con otra pero ese algo no tenía fuerza. Me dijo que mi trabajo era reconocer ese algo y fortalecerlo. 

Ella era directora de la biblioteca de mi ciudad en aquel momento, así que tenía permiso para meterme en los escaparates para buscar esa solución en otros escritores. Me daba cuenta que los cuentos de otros autores tenían “cemento” con el cual unían ladrillos y construían algo. 

En cambio, mis cuentos no lo tenían. Entonces me enseñó un ejercicio muy simple que hoy te comparto junto con esta frase: “No inventes historias, creá mundos”.

PASO 1: La preparación

Elegí un día y horario solo para escribir una historia. Un tiempo y espacio dedicado a levantar la pared. Vas a empezar por preparar el lugar y los materiales que vas a usar, eso lleva tiempo. Si vas a interrumpirlo con otra actividad, es muy probable que te distraigas y no lo hagas, o peor aún, te quedes conforme con tu capacidad de inventiva.

PASO 2: Los personajes

Si pasaste el párrafo anterior con seguridad y ya tenés los materiales listos, es el momento de empezar a contar. Pensá que cada ladrillo es una persona (o personaje, puede ser un animal o un objeto). Cada uno carga con algo en su interior, le pasan cosas. Escribilo. 

Sí, hasta aquí estás inventando. 

Ahora pueden pasar dos cosas: 

  1.  Que te enamores de uno de los personajes tanto que quieras empezar a contar más sobre el mismo. Manejá ese impulso y, en todo caso, escribí la emoción que a vos te provoca como una nota al pie, de manera de no perder ese registro.
  2. Que te enredes con la historia de cada uno y que, por momentos, quieras engañar a tu mente creadora facilitando el poder del cemento. Tampoco lo hagas, no pienses en cada ladrillo/personaje tratando de resolver los pasos que seguirán.

Finalmente, elegí uno -pueden ser más, pero como primer ejercicio te recomiendo que solo sea uno. El personaje elegido será quien protagonice tu relato y lo hará con todo lo que escribiste sobre el mismo. 

Sé flexible en adelante. Tu planteo inicial puede cambiar, pero también podés entregarte a las imágenes que provocan los límites de la personalidad que creaste.

PASO 3: Los lugares

¿Notaste que no elegimos un género aún? Podrías, pero la idea es que a medida que vas levantando la pared puedas notar qué tan firme es esta historia como para que la pared no sea lineal y recta. Luego lo enmarcás en el género que más recursos te proporcione.

En este paso elegí un lugar en donde pasará un acontecimiento particular. Sí, podrían ser más escenarios, pero insisto que el ejercicio está pensado para quienes dan el primer paso. 

PASO 4: El acontecimiento

Aquí vamos a jugar con tu mente y la construcción de tus personajes. Algo pasó o está por pasar y tus personajes lo atravesarán cambiando un estado inicial para llegar a otro estado. ¿Qué es eso que pasó o está por pasar? 

Posiblemente, en este punto, notes que no estás inventando nada. Es como si un duende te lo contara al oído mientras estás escribiendo. Aquí pueden pasar dos cosas:

  1. Lo pensás y no lo escribís porque las ideas van muy rápido. Te recomiendo que te grabes o escribas palabras conectoras con las ideas para luego desarrollar ese cemento tan anhelado.
  2. Lo pensás, lo escribís pero no es fiel a lo que querés que suceda. En este momento, querés controlar la historia pero tenés que saber que ya no estás inventando y cuando eso pasa perdés el poder, te entregás al susurro de las ideas. Acordate de lo que siempre te digo: Escribí mal, pero escribí. Después podés editar, de hecho, lo tenés que hacer.

PASO 5: ¡A levantar la pared!

Parece contradictorio. Estamos construyendo libremente, pero lo hacemos poniendo una pared como metáfora, algo tan rígido que no se parece en nada a la capacidad de crear libremente. 

Es que esto es lo que sucede cuando construimos. Nos enfrentamos a los esquemas con conocimiento de las técnicas y métodos, pero sin la atadura de seguirlos para no equivocarnos. 

En este paso, mezclá lo que le pasa a los personajes y describí cómo reaccionaría cada uno al acontecimiento. Pensá cuándo es conveniente que entre uno u otro en acción, qué aporta y cómo contribuye a la transformación.

PASOS POSTERIORES:

Con una pared no hacés más que resguardarte. Construí el resto de las paredes, tantas como las que tu historia pueda contener. Construí un mundo.

No te olvides de pasar por tu texto varias veces, no solo para corregirlo sino también para editar las ideas hasta que estén maduras y sean más que eso. Animate a borrar lo que sobra y escribir lo que falta, a diferencia del cemento, las palabras vivas no se secan pudiendo continuar con tu construcción de manera infinita.

Lo sé, la historia tiene un punto final, pero el ejercicio puede continuar y, quién te dice, con el afán de practicar ya estás construyendo.

Una historia inventada no modifica a nadie.

Una creación, nos muestra un antes y un después. Incluso para quienes tenemos la suerte de participar como lectores.

Nota al pie:

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