Si estás acá, es porque sentís esa necesidad de escribir, pero no sabés ni por dónde empezar. Tranqui, que te entiendo. Quienes nos dedicamos a esto hemos estado en tu lugar, alguna vez. Como dice Ann Handley, “Cualquiera puede escribir”, y yo estoy acá para mostrarte el camino.
Escribir vs. redactar vs. hacer contenido con propósito
A ver, vamos a definir en dónde te parás porque escribir, redactar y hacer contenido con propósito no es lo mismo. Entonces, empecemos por diferenciar los tantos:
- Escribir es la acción básica de poner palabras en papel (o en una pantalla). Puede ser cualquier cosa, desde un diario personal hasta una lista de compras.
- Redactar es diferente a escribir. Aquí es donde empieza a haber un poco más de estructura. La redacción tiene un propósito más claro, como un artículo de blog, un informe o incluso un mail.
- Hacer contenido con propósito, en cambio, es lo que a las y los copy fans del bien nos en-can-ta. Crear contenido con intención, pensado para impactar, informar o persuadir a una audiencia específica. Ejemplo: un post en Instagram que invita a la reflexión o un copy para una landing page que convierte.
Ahora bien, vas a salir con eso de que muchos escritores de literatura también buscan impactar y otros tantos, que venden sus libros por su cuenta, también quieren persuadir a su audiencia. Bueno, la cosa es así: podés escribir y hacer contenido con propósito al mismo tiempo y, de hecho, también podés hacer las tres cosas, si quisieras.
Mirá este ejemplo:
Juan escribió su primera novela y la publicó en una editorial independiente que no le ofrece opciones de difusión, aunque sí se distribuye a las librerías. Por esa razón, para que más personas conozcan su novela, Juan pensó en contactar a críticos literarios y medios de comunicación para darles información precisa de la obra. Así es como redactó unas gacetillas de prensa que contienen información de él como autor, de su obra literaria y su teléfono de contacto por si quisieran entrevistarlo. Al mismo tiempo, y con el fin de atraer más la atención de nuevos lectores, creó perfiles en diferentes redes sociales en donde las personas podían adquirir su libro, también la publicó en marketplaces literarios. Para ello, generó contenido publicitario que vendiera la obra con facilidad.
¿Lo notás? Juan:
- Escribió una novela
- Redactó una gacetilla para los críticos
- Generó contenido publicitario con el propósito de vender su libro
¿Te das cuenta que son tres formas diferentes de llevar adelante la acción de la escritura? Sí, claro, en concreto se escribe en los tres casos, pero el objetivo que se persigue en cada caso es diferente. Esto es lo que tenés que tener en claro al empezar.
Momentos de concentración
La concentración es otro tema clave. Buscá tu momento del día en el que sientas que podés enfocarte con más facilidad. Puede ser temprano en la mañana con un café, o a la noche cuando todo está en silencio. Encontrá tu espacio y momento ideal para escribir y hacé de eso una rutina sagrada.
Pero atenti a esto, esa escenografía nunca es condicionante de tu capacidad de crear. Te llevará un tiempo darte cuenta que podés escribir en cualquier parte, pero para eso tenés que ejercitar todos los días. ¿Qué ejercicio? Simple: Escribí sin parar.
Por otro lado, para escribir bien, tenés que leer mucho. Leer te da vocabulario, te muestra diferentes estilos y te inspira. Leé todo lo que puedas: libros, artículos, blogs (¡como el mío!), etiquetas de champú. Todo suma. Stephen King dice que “si no tenés tiempo para leer, no tenés el tiempo (ni las herramientas) para escribir”.
Escribir no es fácil, y puede ser frustrante al principio. Pero la clave está en la constancia. No te desanimes si lo que escribís no te gusta, es parte del proceso. Ann Handley recomienda escribir todos los días, aunque sea un poquito. La práctica hace al maestro.
Ejercicios creativos para empezar
Como te dije al comienzo, si estás aquí es porque las ganas de escribir te están haciendo cosquillas. Vos tendrás la razón secreta de por qué cuesta tanto sacar eso a luz (en mis mentores aparecen miles de razones, todas diferentes: miedos, frustraciones, vergüenzas, inseguridades, etc.). Como sea, por difícil que resulte atravesar esa barrera, la hoja en blanco no es un fantasma, es solo una hoja (o pantalla). Vos podés escribir.
Practicá conmigo:
- Escritura libre: Dedicale 10 minutos al día a escribir lo que se te venga a la mente. Sin filtros, sin juicios. Simplemente dejá que las palabras fluyan.
- Descripciones detalladas: Elegí un objeto en tu casa y describilo con todos los detalles posibles. Esto te ayuda a mejorar tu observación y vocabulario.
- Cuento de 6 palabras: Inspirate en Hemingway y tratá de contar una historia completa en solo seis palabras. Ejemplo: «Vendemos zapatos de bebé, nunca usados». Podés hacerlo en 100 palabras y replicar la experiencia que tuve cuando escribí “Más abajo no se puede”.
- Diálogos: Imaginá una conversación entre dos personajes. Puede ser sobre cualquier tema, pero enfocate en hacer que el diálogo suene natural.
Por otro lado, si querés ver ejemplos de cómo se hace contenido con propósito, te invito a que leas algunos de mis artículos en el blog de Tanita Miguel. Podés empezar con el artículo sobre copywriting para infoproductos o el método AIDA. Ambos están llenos de ejemplos prácticos y estrategias que podés aplicar.
Recordá, escribir es un viaje, no un destino. Todos los grandes escritores y escritoras empezaron sin saber bien qué hacer. Lo importante es que te animes a empezar, que leas mucho, escribas todos los días y no tengas miedo de equivocarte. Como dijo Ann Handley, “cualquiera puede escribir”. Así que, ¡a darle!
¿Ya estás para empezar?